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sábado, 9 de junio de 2012

no.


Tengo un complot de camisas y vestidos,
una guerrilla mal librada entre el rímel y mis pestañas
y estos cólicos que anuncian al fin y al cabo que soy toda una mujer.
Un invento, una figura mal creada por un profeta de lo ordinario.
Tengo una cama tendida en la que llevo días sin dormir.
Tengo un escritorio-cama, una silla-cama, un libro-almohada.
Tengo una regadera que lava mis angustias en horas indecentes
y una cafetera más fiel que un perro.
Tengo un hombre que me espera con manos ácidas
y labios hambrientos y un interés igual a menos nueve por llegar a su encuentro.
Tengo una rutina que no persigo, un par de calcetines que detesto usar.
Un ideal irrealizable. Un capricho desdeñoso. Un hambre que no puedo saciar.
Tengo el universo entero dibujado en mi pared.
Tengo un amigo imaginario, una amiga con el vientre vacío.
Tengo al amor de mi vida viviendo con el amor de la suya.
Pero sin duda, tengo esta conspiración de letras impares,
que estos días no me ha dejado dormir.


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